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Pt;EBLOS. ALllL\S tos producirá esto? ¿Es lícito sepultar mundos enteros de historia y de arte? ¿Qué cabe pensar en cristiano frente al anegarse de Ramsés II? ... Vamos a ver si le expongo mi opinión clara y breve– mente. Lo que se llama la Nubia es un extenso valle situado en la frontera egipcio-sudanesa. Ese rincón geográfico actual– mente está desprovisto de toda otra importancia que no sea la turística. Pero precisamente esto es lo que avalora des– mesuradamente aquellos parajes. Es allí-en la Nubia– donde viven atenazados en piedra, ladrillo o frescos, miles de años de vida humana. Es innegable-la afirmación no es hiperbólica, es fría observación-que no hay ninguna otra parcela terrestre de tan denso contenido histórico como este valle egipcio-sudanés. Le brindo seguidamente la enumeración escueta de los tesoros artístico-humanos encerrados entre las fronteras de la legendaria Nubia: santuario de Abu Simbel, Philae, tem– plos egipcios, grecorromanos, poblados bizantinos, capillas del Imperio Nuevo, templos antiquísimos transformados en iglesias, adornadas de frescos bellísimos con escenas de am– bos Testamentos, etc.; en total, más de treinta y dos mo– numentos en los que yace plasmado el arte y la vida de unos treinta siglos de historia humana. La frase no es, pues, exagerada: el supremo legado hu– mano, para comprender la historia de todos los tiempos, está aprisionado en el suelo, relativamente reducido e in– significante, de la Nubia, egipcia y misteriosa. Y esa Nubia, misteriosa y artística, se va a hundir bajo el subir implacable de las aguas del Nilo. ¿Qué hacer ante esa fantástica hecatombe? Los gobiernos de la RAU y del Sudán han procedido, ante este fantástico entierro, con absoluta nobleza. Radio El Cairo publicó, hace algún tiempo, una nota sobre el par– ticular. Según esa nota, Nasser está dispuesto a ceder a manos extranjeras numerosas obras de arte de la Nubia. Como recompensa a esa inapreciable donación pide ayuda para salvar las restantes. El organismo internacional denominado U. N. E. S. C. O. se ha hecho eco del llamamiento egipcio y ha entrado en contacto con el Gobierno de El Cairo para ver la manera de salvar esas maravillas histórico-artísticas del famoso rincón egipcio; veremos lo que se consigue. Por lo menos se ha des-

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