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l'l:EBLOS. ALDEAS 1-Hl reservar un reducto sentimental para comprender a quie– nes, de vez en cuando, pretenden destruir nuestra tranqui– lidad. La paz, en ocasiones, puede ser producto burgués, levantado y sostenido sobre la injusticia. Mas es claro que una paz así ni es cristiana ni humana. En consecuencia: quienes luchan contra ella lo hacen con razones de valor total. Y con esto apunto a una idea que nos llevaría a dis– quisiciones largas y difíciles, y que no encajan dentro del marco leve de mis comentarios. Usted, únicamente, pro - cure mantener un espíritu amplio y caritativo para quienes, temporalmente, vienen a enturbiar su tranquilidad. Y cuan-– do en invierno experimente el calor sedante de la calefac– ción de su piso, acuérdese de pedir a Dios por quienes ex– traen la hulla en unas condiciones francamente difíciles. Pida a Dios para que sepan sobrenaturalizar su arduo tra– bajo, y para que humanamente reciban la recompensa a que tienen derecho.

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