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REDENCION PARA LA ALDEA Ya es vieja la noticia. En nuestro tiempo de vértigo la novedad pasa rápidamente. Y con ella, la noticia, el dato, la fecha. Pero de vez en cuando-en alguno de esos pocos tiempos libres que deja la vida-nos topamos con noticias de otros tiempos. Y decimos: esto es interesante. Y a lo mejor nos paramos a pensar en que se escribió ya hace años. Esto me pasó a mí con las palabras que le recuerdo inmediatamente. El 18 de julio de 1956, y a través de los micrófonos de Radio Nacional de España, entre otras cosas, decía José Antonio Girón: "Queremos, sobre todo, extender la seguri– dad social en toda su ambiciosa amplitud hacia la inmen– sidad agraria de España, hacia los trabajadores del campo y de la cabaña, para los que no hay horario, para los que no hay límite en el esfuerzo, para los que no hay vacacio– nes, para los que no hay más que llamada constante de la tierra, o cubierta de nieve, o bajo temperaturas tórridas." Es seguro que yo no poseo ninguna autoridad para apos– tillar observaciones al discurso de José Antonio Girón. Y por ello quiero advertir que, al referirme al mismo, no lo hago en plan doctoral, sino modestamente, como un inci– piente en materiales sociales. Y digo que me ha gustado el contenido de todo aquel discurso, pero sobre todo me ha satisfecho un punto que se toca en él; es aquel que se refiere a la elevación del hombre del campo. A cualquier observador elemental se le había hecho pa– tente las pésimas condiciones en que desenvuelven su exis-

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