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CIUDADES. CAPITALES ma de piedad extranjera, solamente por eso, por ser ex– tranjera. Mientras no se demuestre su bondad-y en un grado superior a la piedad vivida por nosotros-, no merece la pena de que nos tomemos la molestia de cambiar de pos– tura. Pero, aun dada por supuesta esta bondad, no siempre es factible ni conveniente esa imitación. En toda espiritualidad existe un substrato psicológ"ico que de ninguna manera nos es lícito ignorar. Nuestra acti– vidad forzosamente "es nuestra". Por más que intentemos silenciarlo, sellamos todas las acciones con nuestra impron– ta personal, inconfundible e inalineable. Por esto quiero subrayar que, aun cuando una interpretación religiosa sea óptima para un extranjero, no siempre es prudente admi– tirla en nuestro vivir religioso. Podría suceder que chocase con nuestra psicología, con esta peculiar idiosincracia que nos ha dado la tierra y la sangre de nuestros mayores. Lo que se amolda a un alma particular es posible que resulte nocivo para otra distinta. Evitando este escollo que acabo de apuntar, conviene mantener el espíritu abierto para otras espiritualidades extraflas. No puedo precisar en qué pensador he leído est'1 afirmación: "Piensa que todo hombre te es superior en al– gún aspecto." De las formas religiosas podríamos decir alga similar. Con frecuencia nos pueden resultar aleccionadoras desde algún punto de vista. Aun la espiritualidad española, cargada de heroicidad y potencia santificadora-afirma– ción que está respaldada por una hagiografía densísima-, puede aprender en este punto concreto. Para no ser en ex– ceso largo, no me detengo a señalar en qué aspectos creo que es mejorable nuestra propia forma de ver a Dios y vivir la religión. Es claro que existen esos aspectos. Des– conozco si hay bibliografía sobre este tema. Pero entiendo que sería interesante un estudio comparativo de las formas de piedad, que crease a la vez una síntesis superior, desde la cual nos fuese posible una realización más plena del mensaje de Cristo. Pero advierta que hablo de un e8tudio comparativo de formas auténticas y hondas. Porque a mí me pone enfermo que se me argumente a base de ciertas cosas que se vieron hacer a unos francesitos alegres o a algunos inmorales suecos. Si a España no la representan los gitanos del Sacro Monte de Granada, ¿por qué va a ser quinta esencia de lo francés el Moulín Rouge parisino? ¡ Hay que saber ver!

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