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12H SUCEDIÓ EN LA TIERRA bien; pero además de las neveras, los coches y la televisión existe el mundo espiritual de las almas." Toda esta larga cita ya ve usted que apunta a una na– ción concreta: Alemania. Pero cabe universalizarla. No sólo los alemanes. Todos los europeos-mejor, todos los hom– bres-precisamos de la advertencia de Pío XII. ¿No cree usted? A mí siempre me ha preocupado este vivir nervioso de la ciudad. Por lo que en sí tiene de molesto. También y so– bre todo por lo que significa y supone. Porque es cierto: la gente vive de prisa. Los hombres -los hombres de la ciudad particularmente-dan la impre– sión de estar lanzados a cubrir una fantástica etapa contra reloj en el menor tiempo posible. Todo el mundo anda de prisa. Lo han escrito-lamentándolo-varios pensadores, y lo podemos comprobar todos. Llevamos una existencia de vértigo. Nada se hace despacio. Para todo falta tiempo. Por eso, la gente que vemos en la calle va con paso ligero, y los records de velocidad consiguen constantemente superarse y lograr nuevas marcas, y las casas se levantan con la mayor rapidez posible, y las películas deben tener un argumento lo más dinámico que se pueda imaginar ... , y todas las cosas deben sucederse rápidamente. Decididamente, la vida es prisa. Pero naturalmente no basta apuntar el dato, por lo de– más innegable. Cualquier persona con un mínimo de inteli– gencia y de capacidad crítica se tiene que hacer forzosa– mente esta pregunta: ¿Adónde va la Humanidad, qué meta intenta alcanzar el hombre con este vivir desazonado y veloz? ... Y uno, sin querer, se acuerda de Gag, aquel libro de Pa– pini. Entre las mejores producciones del famoso terciario franciscano Giovanni Papini está una obra titulada Gag. En uno de los capítulos de ese libro, el fantástico personaje Gog, entrevista y hace objeto de un pequeño interviú al magnate de la producción automovilista yanqui, Henry Ford. El gran industrial norteamericano le expone sus gigantescos y filantrópicos planes para el futuro; planes que, por lo demás, encajan exactamente en el marco de aspiraciones más visibles del hombre actual. Henry Ford, después de haber hablado a Gog de los cuatro puntos básicos, en sus futuras instalaciones, le dice: "Mis precios serán de tal modo bajos que hasta los pueblos más pobres podrán com -

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