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CIUDADES. CAPITALES materiales, que han explotado a perfección, resultan fre– cuentemente pegajosos. Desde un plano religioso-y espi– ritual simplemente-, siempre el espíritu será superior a la materia. Y ante sus logros inconcebibles, trabajando sobre la materia, los alemanes corren el riesgo de dejarse des– lumbrar y tornarse exageradamente materialistas. Así lo entendió Pío XII. Cuando en el año 1957 recibió la visita de Heuss, el entonces presidente alemán, el Papa aprovechó la oportunidad, y dirigiéndose a los alemanes se expresó así: "Cuando se trata de asegurar la verdadera libertad y salvar la cultura, a las que Europa debe su grandeza, no se trata solamente y en primer lugar de valores materiales, sino sobre todo de aquellas fuerzas espirituales-morales que deben ser inherentes a una cultura para que pueda preten– der garantizar y fomentar la dignidad del hombre ... Deci– mos esto porque temeríamos por Alemania y Europa si se perdieran completamente en lo material." He aquí bien subrayada el agua subterránea que amena– za socavar el espléndido edificio levantado sobre la tierra alemana. El materialismo puede envolver y ahogar el hálito espiritual que Dios infiltró en el hombre. Con esto no quiero decir que el catolicismo alemán esté de baja forma. Acontece más bien todo lo contrario. Los ca– tólicos alemanes están dando pruebas magníficas de recu– peración y vitalidad. Sobre todo teniendo en cuenta que tu– vieron que soportar durante quince años la presión pagana del nazismo. Se comprende fácilmente que, sobre todas las juventudes educadas en el nacionalsocialismo, acusaran i::l furor antirreligioso nazi. No es tan fácil mantenerse exento de contagio en un ambiente corrompido, máxime si ese am– biente se ha de respirar durante un espacio de tiempo no– table. Por ello mismo es más de admirar el catolicismo ger– mano. A pesar de las pruebas que ha padecido, actualmente se nos ofrece pujante, y es fácil que, en un futuro próximo, se supere. Además que han logrado resolver favorablemente -así lo confirman las últimas elecciones-la gran papeleta que tiene planteada el catolicismo latino: el alejamiento de las clases obreras. No obstante esta realidad esperanzadora, el toque de alar– ma dado por Pío XII está plenamente justificado. Esperamos que Alemania, que ha engendrado los mayores cultivadores del espíritu de todos los tiempos, sabrá no supervalorar los bienes materiales. Que los bienes de este mundo están muy

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