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DOMINIO SOBRE EL CUERPO La revista que usted conoce, Semana, publicaba en su número del 13 de octubre de 1959 una foto, bajo la cual es– cribía este texto aclaratorio: "Por adelgazar." El título no tiene nada de extraordinario ni la fotografía tampoco; uno de tantos en una·revista ilustrada. Pero lo que sí merece un ratito de reflexión, una apostilla aclaratoria, es la ense– ñanza que late más allá del dato noticiero apuntado por Semana. Ante todo, oiga usted el texto que la revista coloca bajo la frase "Por adelgazar": "El célebre tenor Mario Lanza ha muerto de repente, en Roma, a los treinta y ocho años de edad, víctima de un ata– que al corazón. Dicen que a consecuencia de los regímenes que había seguido para adelgazar. Lanza, aunque alto y bien fachado, se consideraba excesivamente grueso para los papeles que le habían propuesto interpretar en el cine. Perdió los kilos que, a su juicio, le sobraban; pero, según parece, a costa de un debilitamiento del organismo. Cuando le sobrevino la muerte se encontraba en una clínica de Roma, donde convalecía de una fuerte bronquitis. Idolo de las ma– sas, sobre todo en América, adonde su familia había emi– grado desde Italia, tuvo que luchar en sus primeros años contra la oposición de sus padres, que no le dejaban ser cantante. Su abuelo le colocó en una casa dedicada al trans– porte de pianos. En una ocasión estaba trabajando en casa del célebre director de orquesta Koussevitzky, cantando ale– gremente. Koussevitzky advirtió el bello timbre y la poten-

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