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118 SUCEDIÓ EN LA TIERRA materia, soy completamente pesimista. No creo que se pueda arreglar nada. Los modistas continuarán lanzando al mer– cado modelos indecentes, el termómetro no siempre va a es– tar a cinco bajo cero, las mujeres continuarán con tan poca sustancia gris en la cabeza como hasta ahora, y los gritos de usted y míos no van a surtir ningún efecto. Entonces, ¿qué? ... Pues entonces pedírselo a Dios. ¿Nada más? Nada más. No creo quede otra alternativa. ¡Meditación en Granada! La tarde se moría sobre aquel paisaje de película que es la Alhambra de Granada. Y yo bajaba camino de la ciudad. Arriba quedaba la arquitectura embrujada de los moros. Los jardines. El escenario soñador de los ballets de verano... Abajo, el bullicio de los hombres y el reir de las mujeres. Y yo iba, meditabundo, pensando en las palabras del paquistaní: "Mas la sensualidad es la gangrena que carcome una sociedad y el signo más claro que anuncia su ruina." La frase quedó flotando en el aíre agareno de la Alhambra, y yo quiero quede aquí como pala– bras finales de este artículo breve.

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