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entre la franqueza y la profundidad, apasionadas de lo verdadero como del amor y del deporte. Disimula el aldeano y candoroso escepticismo, la gula y la canción a dúo. Consuela y suple las nostalgias helénicas de nuestras evidencias paganas. Ligados para siempre y con aceptación a una teoría de cruces, acuérdate de estas cenizas que esperan ser estrellas. j Acuérdate de tu medalla al pecho nuestro, temeroso a morir! Santa Madre de Dios, Patrona de Vizcaya, cinamomo begoñés, entre parras inmaduras de Cantar de Cantares, a la arcada de tus pórticos, envuelto en pañales, me trajeron un día para ser de Cristo, de Pedro y de Pablo, y de aquí transmigraría tan sólo hacia los atrios davídicos del Señor. Mas antes, en el bautismo de mis postrimerías, un mejor corazón te traigo ya tuyo : el de Bilbao. Desata tu sonrisa, cual el chori de las trenzas núbiles, -90-
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