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Muéstranoslo, no como quien muestra un poder, un milagro o un monumento; sino como Tú sola puedes : la flor su fruto, la honestidad su decoro, el niño su mejilla, el mármol su forma, una madre su hijo, fruto bendito de tu vientre : Dios que se entibia por vaho de mujer, como la esponjosa niebla de silencio y piedad de los Primeros Viernes en la Residencia. ¡ Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce, fuerte y querúbica Madre, Reina navegante, faro en Begoña, bitácora en Bilbao! A Ti cantan almas y palacios, anónimas y limitadas, huertas y herrajes, límpidas voces en el maizal, en los teatros los orfeones y en los coros sagrados llantos de tiple : lámparas y ojivas y los exvotos, rezos permanentes, barcos al pairo de tu sonrisa, muros y cuadros basilicales. Toda la encantada villa te canta con sus muelles, ricos y sórdidos, como limpísima la blusa de sus colegialas. Te cantan ferruginosos baldes y vagonetas. Y en las alcobas se te encienden luces. Tus manos corren tenues visillos y dejas en las ventanas flor de milagro. - 88 -
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