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bronco, áspero y ternísimo como acordeón tocado por manos femeninas. ¡ Ea, pues, santa melancolía de todos los profundos paraísos, bendita mujer Madre de Dios y Madre nuestra, rosa de platinados pétalos en este rosal atmosférico de verdes y brumas de Vizcaya, Virgen del callar y del incienso ! VUELVE TUS OJOS Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Danos miradas, castas caricias, ya que no vocablos : ojos que abracen, rayos de aurora que nos estremezcan cual los primeros dedos de la madre cuando nacimos y nos llevaron junto a su cuerpo cálido, sombrío, sangriento. Danos miradas, pero nunca leves, sino abrasadoras : suaves, profundos celos de madre, de ira divina: pero, al fin, amor - 86 -
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