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ante el cono piramidal del Serantes, son más bienvenidas y más adioses. A Ti llamamos, a Ti, que atesoras sonrisa y mando allí donde los demás vivientes son quietud y humillación adorantes : camposanto de Derio, yerbas, mármoles y cruz. A Ti suspiramos--vergüenza nos da- hombres y mujeres capaces de prometerse dichas y amores para siempre-¡ pobres!-, siendo así que nuestro hálito apenas llega a ser palabra que susurra cariño en estrecha alcoba de una casa bonificahle de Axpe o Bolueta, o que ruge en los goles de San Mamés o que se confidencia, canta, consuela y enamora bajo las arboledas, junto a las cunas y en los lechos. Palabra de humano aliento, al fin, que cuelga guirnaldas de rezos en tu viacrucis a Begoña y dice cosas simples, incorrectas, mas de abrupta verdad. Gimiendo y llorando, como chicos ahítos de jugar y reñir a pedradas en las esquinas de Solocoeche o a la vuelta de hurgar grillos en Iturrigorri. Gimiendo y llorando, porque los hogares se dividen y acaban ; la tentación, la enfermedad y el olvido, - 82 -