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que en mí ha sido mi grumete de oro del Arenal. ATRIO Ayer volví-por mí volvería siempre, aun desde la eternidad, o si no, desde el humus de las hojas secas de los plátanos romeros que se quemaban en la Campa del Muerto-, volví a tu santuario para encontrar todas mis vidas anteriores buenas en el regazo de mi Padre Celestial. A tu basílica volví, Virgen de cariño y pasmo, fija, mirando a Bilbao. Sonaba el carillón, triste y verdadero, consolador, como el silencio, que saha, de lo eterno: Stella Maris, Angelus y Salve. En su mensaje me regalaba la suave y morosa melancolía de vfrir en la desilusión y en el recuerdo y el gozo de entregarse al morir. - 79 -