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según podrían pensar estos hombres y las mujeres estas, mis hermanos, heridos de pan y de lujuria, dignos siempre de angélica misericordia. La belleza no es amada, sino temida, con fugas. Ha estado a punto de ser divina : pero hay en ella siempre un placer y un pecado de idolatría. Entonces sencillamente saldré a tu paso para decirte : ce¡ Gracias ! >> Es lo mejor que puede decirse a nadie, incl nsos la belleza y el amor. Si el paisaje fuera estatua -el alma tiene piedras para ello--, de pentélico mármol, ya estarías erigido en el podio junto a una columnata del Arenal. Ecos de céltico tamboril y chistu, de añoranza ingenua, a tu cintura, de ángel de rosa y nube, como los dioses de Praxiteles, se habrían enredado tan sólo como ritmos. Tus ojos no pueden ver las medidas de tu justa juventud. Lo que haya de venir tras este momento tuyo de perfección, - 74 -