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Pasean un no sé qué puro, lejos ele las calles infames, hediondas de insatisfacción, por aquí, en el limpio y evidente Arenal, con su quiosquito ele música y algún barquillero. Ya subirán a Begoña, madrina buena para todos los amores de Bilbao. Un poco de niebla, a medias llover, y una casta humedad, zumo de fecundos quereres : dos gabardinas y un paraguas. Y unos niños hermosos para el futuro con ganas ele pegarle al balón desde el destete, y mezclando aquí, en Bilbao, ccaita» y «amachu» con palabras de abundosas vocales de Avila y Córdoba, Querétaro y Mendoza. Seguid hablando, pareja del Arenal, que vuestro mundo es chiquito y denso, como Bilbao, catapulta de hombres hacia la rosa de los vientos. -Igualados a puntos. -¿ Los dos Atléticos? --Pero verás el domingo en la Condomina. ---¿ Dónde cae eso? --En Murcia, hombre (dice él a ella sin distinguir el corazón). -Mejor harías estudiando fuerte y trabajando más. -¿ No hago eso, pues, o qué? - 60 -