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Pero verbo y mirada son el patrio tesoro de estos hijos e hijas que el amor rebasaron. ¡ Todos somos estirpe !--así cantan los cuerpos. ¡ Todos somos divinos !-así rezan las almas. Con sus bienes y males-no hay otra aristocracia– bullen los hijos de Eva sobre la tierra vasta. Los cutis refundieron su marfil y canela con ébano y con rosas-¿ dónde habrán florecido?-. He aquí unos mortales que respiran y quieren con relieves de bronce, museo de los Médicis. Del sol y de la luna hicieron su cosmética. Se bruñeron con pómeces de arrecifes solares. Y palpita su carne, joven, antigua, eterna, porque el morir o amar es rezumar rosales. Ciudades como barcos, barcos como tugurios con púrpuras hediondas y sal de Oriente Medio. Pétalos y maromas, yodo, brea, salazón: podredumbre y angustia de la vida en fermento. Sabio sudor exudan ebrios los cafetines. Desnudos pies de caucho trajinan por los muelles. Pregonan su tabaco mugrientos limpiabotas. Transitan los misterios al pasar las mujeres. Nadie conoce a nadie ; pero todos se funden en el bálsamo denso de la ciudad aroma - 45 -