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Saltando el puente, el puente del Arenal, mientras jugabas a la comba del progreso, te convertiste en la Gran Vía, rúa dominical, paseo de enamorados, terraza de cafetistas y barras de niñas bien, tertulia de intelectuales, ágora de contratistas, foro y templo del dinero, neoyorquina y parisién, tan maqueta y tan vasca. Vale una calle más que nuestras pasiones, y la ciudad se entrega, no sólo en el rincón antiguo donde perviven almas y suspiros de ayer, sino mejor en la avenida espléndida, juvenil y nueva rica, que se enlaza al progreso como a su campeón. Así tú, nardo de los jardines de Albia, Gran Vía de López y Euscalerria, sueño de ayer, amor de hoy, pértiga del futuro con que Bilbao salva la ría, rebasando montes e inundando valles, eres soñada, querida y deseable con urgencia y síncope de zortzico para cualquier corazón que en cualquier parte recuerde que en tus aceras niño fué. Santiguas nuestra villa entre dos polos de eternidad : los dos altares, dos faros, dos columnas que entre volutas de humo y nube son doble elevación sobre tu incienso - 32 -