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y pelambrera de resuellos alquitranados, se navega en el Nervión, glauco, oleoso, con babas de las papeleras. Lo desnata la industria a golpes de imposible poesía. A Nausicaa hay que buscarla ya en Bermeo, de donde llega la merluza, prieta y neréidica, para morir en los bruñidos ocres de las cazuelas de esmeril. Con pantalones calabreses abre sus piernas allá en proa el grumete cantor. Blande la pértiga y rehuye los tajamares. Le divierte mirar el envés de los puentes. Como a túnel de expectación lo visitan las aguas que pasan esperando prodigios de ultratumba. Por un instante es tapa de ataúd desde dentro. Pero en él sólo cabrillea el reflejo de la cebra solar. No falta quien ha visto debajo de los puentes una fluvial aldeana lunar, que viene de Galdácano, se para por los Caños y se embarca en la Peña. Luego, se va peinando desde Achuri a la Salve en una lancha de angulero. - 25 -