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Neguri, Algorta, Portugalete, Plencia, Santurce -xilofón que canta--. Y allá en lo alto Baracaldo pone su capuchón de nubes y escarlata. Y ¡ bendito el charol de la Gran Vía que, entre lluvia y farolas, nos retrata! Pero me place, sobre todo, amigos, ese latir que vuestro pecho ensancha, el pulso de la sangre en las muñecas y lo serio de Dios dentro del alma. Hay juegos con la vida --es humor sano-: mas con la muerte no hay bromas que valgan. Se quita uno la boina, da un abrazo, mira al difunto y reza ; luego, calla. Y ellas, son las amigas y los ángeles de por vida y a muerte. ¡ Por nuestros siete puentes, por la ría y por la mar salada, que las hizo el Señor tan belbs madres como auguran sus rezos de muchachas! Nuestra Madre de Dios, desde Begoña, pone trasmundo y paz en nuestra entraña. Podéis mirar los círculos eternos como se mira amable lontananza. Nobles lobos de mar, sabéis todos los rumbos y el pasaje a lo azul cómo se gana. La eternidad es la mejor América que nos espera ahí, pasado el Abra. - 19 -