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y como un chico grande, amado siempre: « ¡ Adios, Bilbaidito, adiós ! » VAMOS A BEGOÑA Cuando subes, Bilbao, a Begoña, te quedas sin humo, te llenas de sol y desposas tus genios de hierro con hadas de candor. Begoña es un nido que en la selva una aldeana encontró. Edurne compasiva lo expuso al mirar del sol. Y cuando ella se alejaba cantando, el ave volvió: la blanca paloma, Andra Mari, que arrullando a Vizcaya anidó. ¡ Ay Begoña !, descanso del pie de la Madre de Dios, suavemente sombría y piadosa, ángeles de la tarde, jardín, confesonario, eres bosque do vagan los manes de Aitor, donde aún queda el frescor de la aldea fundido en urbano vapor: tus begonias fraternas ¡ que formen un rosario de paz y oración ! -15-

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