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la Biblia, la poesía y la vida corriente-consiste en que ese minuto entraña «una cita con el destino.» Al americano no le gusta perder ni malgastar la oportunidad que sea, porque eso equivaldría a perder tiempo y acaso dinero, y también la ocación de intranquilizarse algo más, y, luego, seguir buscando la tranquilidad. Ese minuto hay que aprovecharlo, aunque de muy distintas maneras. Incluida la de casarse de modo original. Bob Hope, el gracioso más popular oficial, inteligente y ladino de los Estados Unidos, al tener que ir a Vietnam con sus coros de artistas para las fiestas de Navidad con el fin de distribuir las famosas sonrisas y carcajadas yanquis, se lamentó de algo que iba a perder: «Lo único que echaré de menos es la boda de Tiny Tim.» Tiny Tim-alias Herbert Buckinham Khaury-es celebradamente notorio en el país por el sofisma de su apariencia, su corva nariz, sus ademanes cariñosísimos hasta el revuelco sentimental ante los públicos, por su cabellera de sauce y su voz de falsete. Cruzó los cuarenta y casó con Miss May Budinger, de diecisiete, a la que el novio ha creado de repente famosa bailarina y cantante. Además de las bodas en las iglesias, juzgados, hogares y simples notarías del tendero y del empleado de una revendedora de tractores, las ha habido en piscina, en avión, en el trapecio, en patinaje acuático, descen– diendo en paracaídas, buceando entre corales o en campo de desnudismo con ministro y todo, mejor dicho, sin nada. Esta boda de Tiny Tim y Vicky se celebró en el escenario de la televisión y por ésta se transmitió a toda la USA durante el bien amado espectáculo de Johnny Carson, uno de los mejores presentadores de Estados Unidos. Concurría a la boda un muy limitado número de celebridades artísticas. Un sacerdote católico formalizó la boda. A con– tinuación no hubo beso espectacular, ni de cualquier otra clase. Todo transcurrió ante los millones de espectadores de la pequeña pantalla con sencillez, primitivismo y candor de vidriera gótica y no sin auténtica emoción. Los esposos se ofrecieron sendos vasos de leche y miel. El marido dedicó a su esposa una serenata de varias piezas como de Cantar de Can– tares, mientras tañía su pequeña lira. Diez mil tulipanes multicolores fue el tributo de la televisión al cantante y a su esposa. La mano del juglar Tiny Tim punteó aquello de «De puntillas entre tulipanes.» El nuevo marido ex– plicó: «He prometido ser dulce, gentil, cortés, fino, paciente, modesto, tar– do para la ira y pronto para olvidar.» Por ahora Tiny Tim, siempre que es entrevistado, habla de su esposa como de «ese ángel dulce, adorable y fantástico.» Y lo dice con la más pura ortodoxia cristiana. LIRICA PARA TODOS La tan cacareada «vulgaridad» de Norteamérica se transforma en 91

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