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4 CANDILEJAS DE NUEVA YORK Esfinge -Misa mayor en San Patricio -Quinta Avenida y arte religioso -Emociones diferenciadas -Paz, guerra y banalidad -Ha llegado «Estern -Una boda no necesariamente americana -Lírica para todos ESFINGE No sé cómo al contemplar Nueva York, de muros tan altos, gozo la evidencia de que es una ciudad razonable, de razón pura y de razón prác– tica, una y otra obviamente transidas de razones impuras e ideales. Decir que este país es razonable no quiere decir que resulte perfecto ni siquiera algo mejor que los otros. Probablemente tienen razón los angloamericanos castizos y formales que se revelan contra la idea de que Nueva York sea su ciudad más representativa. Para los ciudadanos del mundo y para los beatíficos poetas que simplifican el universo, Nueva York es Estados Unidos. Los americanos no estiman demasiado las palabras ni los hechos que tengan por raíz algo exclusivamente relativo a «razón.» «Racionalizar» es dar pretextos, no motivos, ni silogismos, ni leyes absolutas, aunque adoren las convencionales. Racionalizar es dar excusas y pasar el rato. Nueva York y su patria es un maravilloso sofisma. Eso es lo que esta nación parece pretender con todo su maquinismo, su política, sus espectáculos y exactitudes espaciales. Este pueblo es el estado que hoy puede dar el índice menos pobre en los valores que están de moda o que aspiran a la vigencia. Por eso mismo-y sin que sea culpa de los yanquis-el resultado de im– becilidad y de falta de interés por todo lo formal es inconmensurable. Ellos dicen-tienen motivo para decirlo-que América, su América, resulta lo que es precisamente por ser un país calculado y planificado para ello. O los cálculos han fallado en algún dato, o se proseguieron mal y procesan peor. En todo caso estar al frente del mundo como máquinas de desprender cocacolas y satélites artificiales es probablemente un fatalismo aséptico sin majestad y sin quebrantos, sea dicho con la sincera reverencia a las com- 77

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