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la canceló porque pedia la asistencia de dos testigos y la sesión fue negada. En la excomunión el Arzobispo Rummel se reservó cualquiera apelación de la acción del caso. Declaró: «Le pena espiritual se podrá remitir únicamente por el Ordinario -el Arzobispo mismo- o por su delegado». Pérez explicó la orden «simplemente como un medio de advertencia seria a los padres de los niños de la escuela parroquial». Entre algunas familias se trató de rehuir la integración construyendo aulas provisionales privadas en pabellones prefabricados. El Sr. Ricau afirmó que todo ello era «una increible injusticia», mien– tras que Mrs. Gaillot insistia en que era una equivocación, y añadió que apelaria al Vaticano. En la Universidad de Loyola se promovieron coloquios y discusiones sobre los procedimientos y valor de la excomunión, y especialmente sobre el punto de que la «segregación» estaba expresado o no en la Biblia, Génesis, con las decisiones divinas -racistas- de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet. (Gén. 9, 18-29) Ante el palacio Arzobispal y cerca del Seminario, la televisión captó y difundió la imagen de la Sra. Gaillot llegándose al Arzobispo en ademán de pedirle la bendición. Mientras, algunas personas circulaban con pancartas, no para pedir disculpas por la actitud segregacionista, sino a protestar por la pena canónica. La Sra. Gaillot se acercó y de rodillas pidió la bendición. El Arzobispo correspondió con claridad: Pido a Dios misericordia para ti, pues tú sabes en tu corazón que no puedo hacer nada en tu excomunión. Y pido al Señor ante ti misma que mires al cielo, pues tú crees en Dios. (Noticia de todo esto en el NEW ORLEANS STATES'ITEM, Tuesday, April, 1962) Este episodio de la excomunión en Nueva Orleans por parte del Arzobispo Rummel ha sido quizá el último acto de estas caracteristicas en las últimas décadas en la Iglesia Católica de los Estados Unidos, y acaso un paso decisorio para la «integración» en las escuelas, aunque su problemática volvió a resurgir a pro– pósito de la trasportación obligatoria de los niños en autobuses de unos barrios a otros para lograr la integración. Los ex– comulgados de Nueva Orleans todos recuperaron su comunión con su Iglesia. El prelado que sucedió a Rummel, Monsr. John Cody, aquel mismo año de 1962, llevó a la práctica la disgregación en las escuelas de la Archidiócesis de Nueva 733

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