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termitentemente con bs franceses hasta que Thomas Jefferson realizó la compra del territorio de Louisiana a Napoleón Bonaparte en 1803. El emperador francés retiene prestigio y hasta cariño familiar en esta ciudad del Mississippi. Los alemanes, reclutados por el Bubbleblower aventurero fanfarrón del estado de Mississippi, John Law, se establecieron río arriba desde Nueva Orleans y se dedicaron a la agricultura. Sus hortalizas se venden hoy por los descendientes de inmigrantes italianos que fueron arribando a la ciudad en– tre 1880 y 1920. Confusión parecida existe en la designación de grupos religiosos. Los sermones en lengua francesa por la radio de Elie Woerner de New Iberia, -pequeña ciudad en el Golfo de Méjico, en el corazón de la tierra de las granjas de azúcar, 10 millas al oeste de Nueva Orleans-, atra– jeron a unos 100.000 católicos «acadianos». Estos descienden de los franceses, cuyos antepasados fueron exiliados de New Scotia por los británicos en 1775 al no acceder a renunciar de su fe católica. Fantasma ex– quisito de esta emigración acadiana es la creación de «Evangelina» de Longfellow. EXCOMUNION DE SEGREGACIONISTAS CATOL/COS Aplicando una de las más graves penas a su disposición, el Arzobispo Joseph Francisco Rummel, el 17 de abril de 1962, excomulgó a tres dirigentes católicos con cargos en la diócesis. Los tres estaban implicados en la controversia sobre la decisión de integrar en las escuelas católicas a los grupos de negros. Las tres personalidades eran: Leander H. Pérez Sr., presidente del Consejo Parroquial de Plaquemines. Jackson G. Ricau, Secretario ejecutivo del Consejo de Ciudadanos del Sur de Louisiana. Y Mrs. B.J. Gaillot Jr., presidenta de «Salva nuestra Nación, Inc.», un grupo que defiende que la Biblia enseña la segregación. La notificación oficial llegó a los medios de información al mediodía, en el edificio administrativo diocesano en el que Monsr. Charles J. Plauché leyó la orden de ex– comunión. Los destinatarios pusieron de manifiesto su disgusto e incom– prensión, tanto por esta sentencia como por no haber recibido ningún aviso previo de paternal advertencia. La curia publicó a continuación un comu– nicado según el cual el 31 de marzo había enviado una «admonición» cer– tificada a Pérez, requiriendo respuesta y que fue devuelta el 11 de abril, marcada con «inclaimed» -no reclamado-. El Sr. Pérez insistió en que nunca la recibió. Por su parte, la Sra. Gaillot y el Sr. Ricau manifestaron haber recibido una comunicación confidencial, y expusieron en una carta pública que el Sr. Arzobispo se había excedido en su autoridad y poderes al amenazar con excomunión. La resonancia entre los ciudadanos y singularmente entre los católicos tuvo el natural eco, aunque la aceptación fue mayoritaria. La Sra. Gaillot pidió una entrevista con el Arzobispo, cuya fecha se fijó para el lunes. Ella 732

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