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Nueva Orleans. Eran los dias de Watergate y de la agonia convulsiva de Nixon. Este «Dia de la Oración» se estableció por primera vez por el Con– greso en tiempos de Abraham Lincoln, y se observa periódicamente, según las circunstancias. El fin es ofrecer oraciones por la nación, el estado y la ciudad. Alguno de los jefes religiosos tiene a su cargo el sermón principal. Le siguen otras autoridades. En esta ocasión el sermón lo pronunció el Ar– zobispo de Nuevo Orleans Phillip M. Hannam. Su tema fue el valor sagrado de la vida y el deber de los nuevaorleanianos de ayudar y colaborar con todos a la protección de las vidas, en un tiemop en que se echa de ver que la cantidad de asesinatos se ha elevado en proporciones alarmantes en la ciudad. El Arzobispo observa que las diferentes religiones difieren en varios puntos con relación a la manera de creer en la doctrina enseñada por Cristo o dada al pueblo escogido de Dios. Pero todas coinciden en la dignidad del hombre: Sugiero, pues, que en las plegarias que recordamos en común, reconocemos nuestro deber de preservar la vida. Este es el problema más importante de nuestra comunidad y es un problema individual. Individual y colectivamente tenemos el deber de precaver las condiciones que favorecen el asesinato y la agresión. Es importante desde luego la falta de empleo, la educación y las viviendas. Pero lo más importante es reavivar la indignación pública y el interés personal de cada persona en nuestra comunidad. Cuan– do está en peligro la vida de alguien, lo está la nuestra. Es deber de Nueva Orleans y deber de toda la humanidad defender al vecino de toda agresión y ayudar en la captura del criminal. No es un deber de caridad. Es deber de justicia. La humildad, la oración y el ayuno son actos individuales que unen al hombre unos con otros y con Dios en una alianza. Estos actos in– dividuales tienen que continuarse en la vida, no solo en el rito de un día. Por consiguiente, pido a todos mantener esta alianza con Dios en nuestros com– promisos y en nuestras iglesias, para que esta vigilia de oración se convierta en una fuerza positiva a través de los años en nuestro estado, en nuestra comunidad y en nuestra nación. Por su parte el alcalde Moon Landrieu, presidente del acto, dijo alu– diendo a la situación del ambiente de Nixon y Watergate, que «la rectoría de la nación está encarando problemas políticos y económicos en proporciones calamitosas. La fundación de los Estados Unidos se basa en la fe fundamen– tal en Dios y hay que orar por una nación unida en la paz». El vicegobernador del Estado, James E. Fitzmorris Jr. leyó las preces de los rectores líderes del gobierno que no estaban presentes. Otras 30 per– sonalidades de los círculos religiosos, civiles, gubernamentales y fuerzas de la vida comunitaria subieron al podium que hacía de púlpito o ambón. Y recitaron sus oraciones. La lucha contra el crimen y el vandalismo juveniles sería mucho más eficaz si en las escuelas públicas se restableciera la costumbre, hoy im– pedida por la ley, de rezar la plegaria. Lo que ayudaría a los niños a adquirir 728

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