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Nuestra implicación en Vietnam ha sido el más costoso error de nuestra historia. Hemos enterrado nuestra sangre y nuestro tesoro en sus campos de arroz». Quizá ahora se pueda ver que no fue así. Mientras se deambula por Canal Street, vuelven a la mente situaciones pasadas, pero cuya vigencia mental forma parte del paisaje anímico de Estados Unidos, de sus gentes y pensadores y sobre todo conductas. Entre las bajas hubo un hombre llamado Lyndon Johnson. Confiaba en sus generales. Otro presidente nos prometió «la paz con honor». Hicimos la paz, pero Vietnam no la logró más que a medias. El honor es una palabra usada por las mujeres de carácter cuestionable. La guerra ha sido siempre la peor alternativa, según se dice, «la palabra final en diplomacia». Pero buena o mala no nos proporciona o no nos induce a estimular a la juventud individualmente a estar en pro o en contra de la guerra. Si los Estados Unidos reclama amnistía para 40.000 que desertaron de su bandera, este país no podrá nunca levantar un ejército o una armada. Si sobreviene la necesidad, cuatro millones pueden evadir el servicio de nuestro país, porque no hay ninguna razón de que yo pueda arriesgar mi vida en la batalla si yo estoy cierto de que se olvidará mi deserción y será perdonada luego. Pero de momento ahora ya prosiguen en las avenidas y en el parque Audebon, la frívola y encantadora disputa sobre el liderazgo de las flores. Queda tiempo para pensar expresamente en las flores o la flor que debe sim– bolizar la nación, el destino de la ilustre águila calva. Flores y águilas languidecen. Dudas. Los enemigos de la Marigold se enfrentan a los par– tidarios de la Dogwood como flor nacional y suprema belleza, inmarcesible: el poderoso Mississippi despliega su vigor, amplitud, altura y perspectiva férrea bajo su largo puente, desde Natchez a Nueva Orleans, entre estas dos «parroquias», como en este estado llaman a los «condados», distritos en Louisiana. Y si cotidiano y apenas rumoroso el Mississippi, es encantador experimentar que gran parte de la historia del «profundo Sur» se conserva en Nueva Orleans, donde el turista al menos puede usar aún el transporte despacioso de la calesa y su caballo, floreados, así como su cochero, siem– pre atento, pintoresco, sin perder majestad. DIA DE HUMILDAD, AYUNO Y ORACION Ceremonias del «Día de la Oración». El 30 de abril de 1974, martes por la mafiana, los líderes religiosos, civiles y políticos juntaron espiritualmente las manos en un servicio ecuménico del «Día de Humildad, Ayuno y Oración», en el piso 50 de la Shell Square. El servicio duró cerca de las cuatro horas y estaba organizado por la Federación de Iglesias del Gran Nueva Orleans, la Archidiócesis de Nueva Orleans y el Consejo Rabínico de 727

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