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el capitán de navío Cristóbal Colón, decimoséptimo descendiente directo del descubridor de América. Le acompaña su hijo, Cristóbal Colón, quien pertenece también a la tripulación; pilota un helicóptero. Cristóbal Colón ríe cuando se la pregunta si sería capaz de repetir el viaje de su antepasado en la Santa María. «Me fío más del Elcano, pero si hiciera falta intentarlo ... ». ¿Por qué un barco de vela para los marinos de esta época? «Es la única manera de formar realmente a un marino. La vela enseña a conocer el mar, a compenetrarse con él, a sentirlo y a resolver los problemas. Es fundamen– tal». El viaje lo hace íntegramente a vela. El motor sólo se utiliza como ayuda al maniobrar en los puertos. Elcano trae fiesta a Nueva Orleans especialmente a los hispanos y en muchos de sus hogares. Se remueven recuerdos de otras visitas y la juventud femenina se interesa siempre sin finalidad precisa por la arribada de los marinos españoles. Estos recorren la ciudad en pequeños grupos, visitan los puntos interesantes y como todos los marinos del mundo bajo cierta tutela de sus jefes. No pocos de ellos, al ser día de fiesta, se desparraman por las iglesias católicas, en todas las cuales hay cultos en español para los feligreses de origen y habla hispanos. Una de estas iglesias es la de Santa Teresa de Jesús -Saint Theresa of Avila-, en Erato Street, en la calle de Erato, la musa ... en el límite de la ciudad céntrica, los muelles y el barrio de color, y no lejos de las mansiones de Saint Charles y el Irlandés. En esa iglesia de hace siglo y cuarto, por estar asistida y encomendada a Capuchinos españoles, es frecuentada por los hispano-hablantes. Men– sualmente, al menos, celebran ritual y musicalmente una «Misa Mariachi». En esa ocasión de la llegada de los mozos del Elcano, no faltan sus tripulantes y marineros. Un aire nuevo y rejuvenecido se percibe. A la salida de la iglesia, clásica salida de las casas de oración de los pueblos y ciudades de hispanos y españoles en ambos hemisferios, se cruzan sonrisas, las miradas, el saludo y los diálogos que acaso se iniciaron o ahora se renuevan en la misma iglesia. Las juventudes se entienden y se gratifican pronto e in– tensamente. Ellas les sirven de guías por la ciudad y sus sitios de reunión, siempre bajo la mirada complacida de sus padres y madres que reviven en ellos y ellas su propia llegada y procedencia de regiones y países hispanos. Acaso están aquí, José, el afilador de Orense. Antonio Zaldúa, vasco, marinero hace varias décadas, nacido en Plen– cia. José Vázquez de Lugo, exilado español cubano, negociante en maderas y muebles y Manolo Vieites. Los cuatro bien asentados en USA y en apariencia sin nostalgia y a la vez sin olvido de España. Los cuatro tienen hijos e hijas y nietos y cerca de biznietos. Sus contrapartidas féminas son Benita, asturiana, Minerva, Begoña, Beba, Isabel, Zoa, Inés. Son ya gente yanqui. «Elcano» leva anclas ... en el atardecer último, su tripulación cantó la Salve marinera. Va a partir y continuar su reiterada periódica vuelta al 724

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