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«¿En qué otro sitio se pueden encontrar tan próximas iniquity and antiquity? » El mismo decía: «Si voy solo por la calle Royal la recorro en 10 minutos. Pero si me acompaña mi mujer, tardo tres a cuatro días». (Por los escaparates y tiendas de antigüedades). OBSCENIDAD Y DECORO El despliegue y apogeo de lo sexual en todos los ámbitos de civilización y cultura, incluídos los comerciales y deportivos hasta los políticos y religiosos, es signo de nuestros tiempos. Como Estados Unidos es otro de sus signos, quizá el máximo, por sus modos difusos de mostrarse y preponderar, es campo social de dimensiones extremas en el tema de la obscenidad y sus reacciones ante ella. Lo obsceno, lo opuesto a la decencia, impuro, indecente, lascivo, salaz... sigue siendo un concepto elusivo y de difícil precisión última. El Tribunal Supremo de Estados Unidos requiere que «lo obsceno», para ser calificado de tal y, en consecuencia, reprimible en el grado correspondiente, que, lo sea «sin justificación de importancia social, abiertamente ofensivo, y en su conjunto, provocante de interés lascivo». Las referidas definiciones del Tribunal Supremo han dado lugar a desbordamientos y subterfugios por un lado, a protestas por otro. En conformidad con los anteriores criterios de obscenidad, la Oficina de Correos sigue recibiendo denuncias a miles de recipendiarios que reciben correspondencia en libros, figuras, y hasta ob– jetos que no han sido solicitados, lo cual está prohibido por la ley. Las fir– mas o empresas de esos temas lo llaman «material adulto», y sus abogados las defienden diciendo que sus defendidos no pueden afrontar a sus acusadores y que se viola, por consiguiente, la libertad constitucional en ese aspecto. No debe extrañar demasiado que entre esas denuncias por correo no solicitado, las haya contra el envío no pedido de revistas católicas, de colec– ciones de arte, de museos de Florencia, de Roma y hasta de las «biblias», que son denunciadas como estimulantes sexualmente. El famoso «sex-appel» tiene ya tal poder y boga que ha llamado a la redacción de periódicos y revistas religiosos, y con buenas maneras y razones más o menos convincentes ha sido amablemente recibido sin timidez ni arrogancia. La permisividad y asímismo, por otra parte, la viva reacción «decente» se ponen de manifiesto en grados más libres y espontáneos que en otros puntos del globo, aunque con parecida ineficacia, similar a las modas y tan oscilantes en estética y moralidad como ellas, y dependiendo también de 720

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