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La definitiva fundación de Nueva Orleans por Bienville fue en 1718. En 1762, Francia cedió parte de Louisiana a España. Esta la retuvo hasta 1800 -durante 37 años- y es devuelta a Francia. Vendida en 1803, luego se rinde al general Farragut, inglés. Ingresa en la Unión en 1862. La primitiva Louisiana comprendía Arkansas, Missouri, Dakota del Norte y del Sur, Nebraska, parte de Kansas, Wyoming, Montana, territorio indio y parte de Colorado, al este de las Montañas Rocosas. Sobre alta columna se levanta la figura del General LEE, Robert (1807-1885) comandante de la Confederación, derrotado por Grant, en Get– tysburg (l-4 Julio 1863). Firma rendición: en Appomattox Court House, 14 julio 1865. Su efigie guarda la caballerosidad en el Sur. Ante su columna del Lee Circus, giran la ciudad, el río y los afectos de Dixielandia. Pero Jackson, Thomas Jonathan (1824-1863), «plaza de Armas». Estatua, corazón de Nueva Orleans, sobre todo francesa y española. «SOMBRA PAL/DA DE UN PASADO RECIENTE» Sí, Sombra pálida de un pasado reciente, se dice de uno de sus restaurantes más famosos, como el Brenan's. Típicamente para Nueva Orleans, esto se puede decir de toda la ciudad y de su espíritu. Ello se siente en cada una de sus calles, patios, portales, balcones y parques. Su movi– miento y su placidez alternan aún con cierto sosiego de contemplación y de mesurado vivir: es con, medidas europeas, reciente; y de las antiguas ac– tualidades y futurismos norteamericanos. Son algo más que pintorescos los atuendos de los cocheros y sus caballos, con sombreros floreados estos últimos, y la imperturbable amabilidad y disponibilidad de los caballeros negros, que honran su coche y sus andares, así como las miradas y sonrisas de los peregrinos, en todas sus edades y policromía, que desembarcan de la Unión y del mundo de Nueva Orleans, aunque se les suponga que vienen una sola vez para escuchar el jazz en su ambiente. Nueva Orleans es la Meca del «jazz» y en su zona central se acumulan sus santuarios y ermitas secundarias y desde luego los hogares esotéricos del jazz. El jazz parece que en su origen es palabra del «creole patois», aún hablado en ciertos medios campesinos de Louisiana, equívoco, con resa bios franceses e hispano africanos, que se aplicaba a las «Congo dances» tan espontáneas en los barrios negros de Nueva Orleans. Sus características eran y son la improvisación, el «rubato» arbitrario, intenso y discordante, ahora ya «arreglado» y clásico, con variaciones disonantes, plenitud diversa de instrumentos, voluntarioso e inspiracional. Lo viven los negros y los blancos adheridos inmediata y fervorosamente a esta música que hoy inun– da el mundo. Se la reconoce como «vivamente espiritual», incluida su aplicación cuasi litúrgica a la ópera, al servicio y al culto y teatro religioso en la calle, al aire público. Es festivo y funeral: espitalámico y deprecatorio. Sumariamente nos dice el eslogan que Nueva Orleans es «la ciudad más interesante» de los Estados Unidos, salvas siempre las apreciaciones per- 712

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