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casas señ.oriales del siglo XVIII o primera mitad del XIX, en Virginia, Tennessee o Louisiana, están «frescas» en medio de su antigüedad; son antiguas, pero no viejas, no inactuales. Ese perfume a Julián Marías le recuerda algo sugerido en el lenguaje de Valleinclán: «una fragancia delicada y antigua», la fragancia del sur, de toda la Dixilandia, más personificada en Nueva Orleans, con el predominio de otra nota de la «ciudad creciente» -crescens City-, así nombrada por las crecidas peligrosamente inundadoras del inmediato Mississippi. Cuantos habitan en ella y los que vienen a visitarla pierden su edad y se aureloan de madurez juvenil o de juventud ponderada, intemporal. Quizá todo es debido a algo «lírico», que hay en todo Sur, en contraste con el Norte. Contra la actitud corriente de considerar a los yanquis como «utilitarios», Julián Marías renueva la idea de Ortega: son «eficaces» que es otra cosa. «Creen que deben justificar económicamente lo que de hecho hacen por «razones líricas», según la admirable expresión de Ortega». Pero donde más se puede percibir ese «lirismo» de las razones es en el Sur, en concreto en Nueva Orleans. Es esta ciudad la que sustenta ex– quisitamente «esas razones líricas» que describe Marías: El Sur, que ha quedado un poco a trasmano, fuera del camino real de la historia de los Estados Unidos en el último siglo, me parece ser una reserva de enorme valor. Muchas cosas que parecen perdidas se hallan allí conservadas, intactas, como en un remanso. Pienso en lo que significa en Españ.a Andalucía. Sobre todo, lo que el Sur guarda es lo más precioso que tiene el hom– bre: posibilidades; la inferioridad real del Sur me parece in– negable; en cuanto aparecen estadísticas y magnitudes men– surables, el Sur queda atrás. Pero el hombre no es sólo real; es, tanto por lo menos, irrealidad, posibilidad. Ahora que los Estados Unidos están ya «hechos», ahora que hay menos urgen– cia, menos prisa, ahora que hay que pararse a pensar y elegir, cuando ha llegado la abundancia y con ella eso que se llama mal ,<ocio» y se llamaría mejor «holgura» (leisure), caemos en la cuenta de que la parte más pobre del país puede ser ines– peradamente rica en mercaderías que han tenido escasa cotización: irreales posibilidades, formas de vida, temples más complejos. ¿No habrá llegado la hora de que el Sur se abra y vierta su fragancia sobre el mapa multicolor de los Estados Unidos? 709

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