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«Lo que yo escucho en Mozart es una palabra final que el hom– bre puede pronunciar acerca de la vida. Esa palabra armonizada siempre con otra; es decir la Escritura, en la Biblia, como ocurre en todos los grandes regalos de Dios. Uno se encara con la riqueza de la gracia. Gracia es una palabra «provisional». Parece hablar de la gracia-belleza. Y de «alguien» más importante. El «testimonio final» que Barth sugirió como teólogo, como político, y «como amante de la música, no es solo el concepto de gracia, sino como un nombre personal, Jesucristo, Palabra final pronunciada acerca de la vida por Dios mismo» (De «Final Testimonies by Karl Barth, trad. inglesa por el americano G.W. Bromiley, USA. 1977) El comentarista G.W. Bromiley comenta los últimos «testimonios» de K. Barth con esta formulación de una reflexión estética y mística sobre el pensar y el sentir del teólogo Barth, que quizá inspira muchas sensiblidades yanquis. Es la siguiente: El amor a la música de Mozart lleva como de la mano a la con– vicción de que la obra teológica sirve para el ministerio de la docencia y de la pastoral. Cuanto dicen y laboran teólogos y pastores no es nunca la última palabra, sino que queda siempre la Palabra de Dios, la que alcanza la vida, y permanece para siempre. Pero una de las notas más bella y original de la relación del cristiano con Cristo y de actualidad muy incisiva en la vida espiritual americana es la exaltación de la dimensión de solidaridad, de comunidad, de vida inserta en Cristo y sus demás fieles, discípulos, miembros de su iglesia. Ciertamente la apropiación personal, individual, privada e íntima de Cristo es supremo ideal, placer y colmo del místico. Barth contesta clara e intrépidamente y elude que se le arranque una afirmación in– dividualista, exclusivamente referida a él. Cristo significa para él lo que significa para los otros. Aún en el momento de la con– fesión más personal, salva el sentido de comunidad, no solo en el valor de «para mí y para los otros», sino en el de «para los otros y para mí también». '? mi .. Pero meditemos más la respuesta a ¿Qué es Cristo para Jesucristo es para mí precisamente lo que fue, es y será siempre y en cualquier parte, para la iglesia a la cual el llamó unida y comisionó en todas sus formas y para todo el mundo y según el mensaje que confió a la iglesia. Si yo fuera un singular o 703

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