BCCCAP00000000000000000000550

a todo aquello en que creemos y sin lo cual rehusamos vivir. Y además, sobre cualquier paisaje e interioridad honda americana y como esencial «a su paisaje», yace siempre el «rudo individualismo» yan– qui. ¿Destemplanza? ¿Temple?. Herbert Hoover pensaba que «era un in– vento americano». MARCHA HACIA EL OESTE Ante las trece excolonias, en su vecindad abierta al ocaso, había vastísimos territorios sin hombres blancos. Hacia el Oeste marcharon, en etapas sucesivas hasta alcanzar las costas del Pacífico. Etapas sucesivas, no en masa sino en marcha continuada, pausada, decidida y escalonada, iban los grupos de pioneros, por este orden: primero, cazadores y traficantes, sin ánimo de establecerse ; luego, colonos propiamente dichos, que se establecían con sus familias, construían casas e iniciaban los cultivos y la cría de animales. Más tarde, con la creación de los núcleos urbanos, se in– corporarían comerciantes, profesionales, periodistas, artesanos, predicadores y especuladores de tierras. Marchaban hacia la región de los Montes Apaches; hacia los valles del Mississippi y el Ohio; hacia los ter– ritorios más allá del Mississippi, incluidas zonas disputadas y arrebatadas a los países vecinos, como Tejas, Nuevo Méjico y Oregón. No fue -dicen– una empresa, ni una emigración en masa. Los ríos y los caminos naturales fueron las primeras vías de penetración, a la vez que la manos del hombre fue creando nuevas posibilidades mediante la construcción de carreteras y canales. Entre las primeras rutas importantes contaban: la carretera de Cumberland, desde Maryland a Illinois; el río Ohio; el canal de Eric, que unía el río Hudson con los Grandes Lagos. Otros caminos fueron el Camino de Sante Fe, hacia el Suroeste y el Camino de Oregón, hacia el Noroeste. Todo avanzaba con espontaneidad y pulso, mezcla de afán, de progreso y espíritu de aventura, coronado de lo bueno y lo malo de la naturaleza y de la película de oeste de siempre. Todo se expandió tras la Independencia y la Constitución, equilibrada ya la organización institucional en la que se habían concretado la unidad na– cional y las autonomías regionales. Se abrió y cumplió desde entonces un período importantísimo durante el cual se crearon las bases del desarrollo futuro y la originalidad de un proceso histórico: revolución agraria e in-– dustrial y orden institucional. Acontecían al mismo compás las creaciones y los cambios. En las tier– ras colonizadas vivían grupos indígenas con distinto grado de evolución cultural; había cazadores nómadas y agricultores apegados a sus tierras. No se intentó incorporar a los indígenas a la nueva sociedad norteamericana. Ya sea mediante acuerdos o mediante la violencia, se los desalojó de las tierras que ocupaban, empujándoles hacia el oeste. Esta 697

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz