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Universidad de Pennsylvania: La revolución americana sigue atronando el mundo -thunder– ing on-. Nada la puede detener, ni siquiera las manos americanas que la pusieron primero en marcha... Vuestra revolución sigue avanzando sin vosotros. El poder y la influen– cia de América quizá se van alienando de sus ideales y ha sido empujada en su posición de lo que estableció la revolución americana mundial y parece vacilar. Pero el futuro permanece abierto. Vuestro país es el capítulo próximo de la historia del mundo. No está irrevocablemente decidido. Está todavía en vuestro poder, en vuestra imagen, para reentrar y recapturar vuestra propia revolución... El futuro os queda abierto. La estética de lo fuerte es para América la misma que la de su belleza y arte. TOPICOS Y METAFORAS DEL PAISAJE A los Estados Unidos de Norteamérica le han correspondido por la providencia magníficos trozos de nuestro planeta, dignos de llevárselos como en bandeja a sus naturalistas, poetas, pintores, diseñadores y místicos. Lo admirable no es que hayan recibido tales asombros naturales, sino cómo los conservan, los resaltan y los incorporan a su espíritu, a sus ojos y a su éxtasis y cariño de visitantes y moradores. Las ilustraciones y libros en que exhiben sus bellezas naturales, fastuosas o modestas como las muchas que se encuentran en cualquier país del mundo, se enaltecen aquí por la precisión del encuadre, la minuciosidad y miniatura de lo grande y la familiaridad humana de sus horizontes, donde el aire y el color son bienaventuranzas de estética. Todo paisaje se muestra ciudadano yanqui, en jovialidad y salud y en un cierto poder y fuerza que subyuga sin nostalgias. La naturaleza resulta así educadora y sosegante, sin dejar de saberse fantástica. Hasta los espacios pantanosos, las marismas, las selvas y desiertos, que nunca parecen demasiado lejos de ciudades, sean modernísimas o re– cientemente antiguas, resultan familiares como los versos y las canciones y plegarias inspiraciones que sobrevuelan y planean sobre los bosques, las vi– viendas y los espacios de sus aviones y satélites. Todo cuanto su turismo menciona y organiza, ofrece la espontaneidad de la historia y de la aventura, desprende un magnetismo que administra sosiego, con grandes islotes y oasis de comunicabilidad. Quizá el secreto está en el confort ofrecido, por elemental que sea; los niños, que comparten junto con los animales todo esparcimiento americano; un grato deseo de recuperar y repartir vida sin proponérselo; y, 693

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