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nace la nación. Guerra victoriosa: hispana-americana-cubana. ¿Imperio? Truman y sus atómicas. Guerras medio derrotas: Corea. Vietnam. Luter King, los Kennedy. Nixon renuncia. Bombardeo de comerciales. Las com– putadoras. Por los astros. Siguen sonando la historia y la tradición y la vida de siempre. Dios bendiga a América, tierra que yo amo. Esté con ella y la guíe a través de la noche con la luz de lo alto. Desde las montafias a las praderas, sobre los océanos blancos de espumas, ¡Dios bendiga a América, mi hogar, dulce hogar! Hay una gran empresa a la vista: nuestra nación, ba– jo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de la libertad. Este gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la tierra. (Lincoln). Cuatro cosas deben habitar en el país, si quiere durar: Una es la hombría verdadera y buena; otra una noble feminidad: La vida clara y brillante del nifio: y el altar siempre iluminado. (Desconocido). Queridos ciudadanos del mundo, no pidáis lo que los americanos hagan por vosotros, sino lo que todos unidos podemos hacer por la libertad del hombre ... Mis queridos Americanos, no preguntéis lo que América hará por vosotros, sino lo que vosotros haréis por vuestro país. Hemos olvidado a Dios. Hemos olvidado la mano generosa que nos ha conservado en paz, nos ha enriquecido y fortalecido, y hemos vanamente imaginado, en la engafiosidad de nuestros corazones, que todas esas cosas fueron producidas por sabiduría y una fuerza superiores a nosotros (Abraham Lincoln). El Evangelio de América: Nuestro país o nación tiene un evangelio pro– pio que predicar y practicar delante de todo el mundo: la libertad y la divinidad del hombre, la gloriosa exigencia de la fraternidad humana, y el homenaje lealtad del alma a Dios (James Russell Lowel 1819-1891). Sigue el Himno. Bella América... América, América, Dios derramó su gracia en ti, y coronó tus bienes con la fraternidad, entre los mares brillantes ... Las cosas que nos destruirán: los políticos sin principios; el placer sin conciencia; el dinero sin trabajo; el conocimiento sin carácter; los negocios sin moral: la ciencia sin humanidad, y el culto sin sacrificio. EL GRAN SELLO DE LOS ESTADOS UNIDOS En el reverso del billete de un dólar, resalta simbólicamente en el Gran Sello de los Estados Unidos el «ojo» de Dios enmarcado en el triángulo que representa la Trinidad, elevada sobre una pirámide, forma geométrica perfecta, como b forma perfecta de gobierno con sus tres poderes: ejecutivo, legistativo y judicial, que los fundadores de la nación con– sideraban tan claros y permanentes como las tres divinas personas. La pirámide se muestra truncada, como los grandes espacios vastísimos que aun quedaban por llenar. He aquí la expresión latina: «Annuit coeptis» -Dios «favorece nuestra 691

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