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Cosmos: No significa un desorden dentro del cual a uno le ocurre com– placerse y situarse. Significa una necesidad de la cual cada uno tiene que sacar su felicidad. Cosmos, como «nature» y «mattern, es término am– biguo, de lo irracional. Política: Para Santayana el adjetivo «político» tiene connotaciones peyorativas. Puede constituir ciertamente base de civilización, pero, a la vez, amenaza destruir otros objetivos superiores, como incluido el avance del bienestar humano. Desdeña el romanticismo, la riqueza, la seguridad y la pluralidad de experiencias, pues no son bienes absolutos. Son, a lo sumo, ingredientes de la vida racional. Sin embargo, sostiene en «The Life of Reason», que, a menos que la reflexión llegue a sintetizar «las armonías peristentes e ideales» fuera de las cacofonías, ruidos e intereses com– petitivos, nosotros viviremos la vida de los animales. El vivir reflexivo re– quiere que las necesidades básicas estén satisfechas y que haya ocio y energía liberadores para el placer estético. En consecuencia, la «civilización» es necesaria para que los valores más altos se realicen. Patriotismo, según Santayana, implica dos cosas: amor al país e interés en el bienestar del país, interés que implica un compromiso. Uno de los elementos del patriotismo es la «reverence», natualmente ese compromiso puede ser «irrational» (inconsciente o implícito); mientras que el com– promismo político es esencial a la vida de la razón. El partido político por el que los individuos propugnan una política especial ha de fundarse en el bien público; y más que entrar en conflicto con él, la unión en el partido con– stituye un elemento del patriotismo. Este amor al país no ha de ser ciego y perezoso, sino que implica la demanda de cambios, una política interesada en qué clase de cambio es deseable y en la inserción de su esfuerzo en la dirección de tal cambio. Donde los conceptos de Santayana entran en fases más conflictivas y objetables, sin dejar de ser posiciones reales y no demasiado raras en Estados Unidos, son los referentes a «materia», y «piedad» hacia lo divino o religioso. La «materia», según él, es todo lo que llega a suceder -comes to pass-. «Nosotros, dice, transferimos a ella el respeto debido a Dios». La reverencia es debida al poder, a las raices y a los soportes «morales», al dominio: a la materia exclusivamente. No a objetos ideales. La «piedad», para este poeta filósofo, es la «obediencia civilizada del hombre al poder imaginativamente personificado». Estas posiciones de Santayana solo pueden aprovecharse en lo humanístico y lo político, y apenas tienen sen– tido más que en lo artístico y estético. Posición muy típica yanqui. Por sociedad natural entiende Santayana la sociedad espontánea o in– stintiva y apunta esta proyección: Cuando el hombre esté más cerca del animal y su cuerpo y alma sean más felices en su conjunción o coexistencia y cuando la 687

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