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«Análisis», Julián Marias da en el clavo de un elemento de la sensibilidad estética, moral y armoniosa de este país, cuando recuerda y explica esta con– dición embellecedora del comportamiento americano, su enlace curioso en este punto con el maestro de vida y humor Miguel de Cervantes: Cuando William Faulkner, el gran escritor, el fino conocedor del Sur y de la condición humana, pedía «paciencia» al Norte, su posición era muy inteligente y yo diría que muy americana: una característica de los Estados Unidos es la paciencia que tienen con los males y los inconvenientes de esta vida: aceptan que muchas cosas vayan mal antes de intervenir quirúrgicamente; confían en lo que podríamos llamar «vis medicatrix societatis», la aptitud de la sociedad para curar sus enfermedades, y hasta creen que estas tienen alguna justificación. Evidentemente ésta es una actitud vitalista, estoica, alegre, sabiamente pagana y, desde luego «cristiana», reconocedora de transitoriedad en lo ter– reno y hacia lo eterno, tal como lo contemplaba Santa Teresa de Jesús. En «Christian Prayer: The Liturgy of The Ours» -Plegaria Cristiana: Liturgia de las Horas- para los clérigos católicos, entre los himnos que preceden a cada hora, suele incluir a libre elección un «poema». Y en la tarde del martes, luego de insertar el himno «O radiant Light!, O Sun Divine!» - ¡Oh Luz radiante, oh Luz Divina!- con la melodía del «Jesús, dulcis memoria» -Jesús, de dulce recuerdo- añade opcional el supersabido «poem» «Líneas escritas en su breviario» -anota el editor- de Sta. Teresa de Avila, el superfamoso «Nada te turbe, nada te espante». Balbucea el original: Nada te turbe nada te asuste o espante. Todas las cosas son pasajeras. Dios nunca cambia. La paciencia constante todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada desea. Solo Dios basta. Pero reanudemos el análisis de Julián Maráis. Lo extiende a la capacidad de autocrítica paciente y positiva. La actual crítica que los Estados Unidos hacen de si mismos -de todo lo americano- no es muy inteligente; con gran fre– cuencia critican lo propio y superior en nombre de cosas ajenas inferiores; a veces la crítica tiene razón, pero es elemental. Pero 677

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