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Presidente de los Estados Unidos. Y si mi origen puede con– tribuir en algo a la formulación de nuestra política, es que en mis primeros tiempos había visto lo que puede suceder a una sociedad basada en el odio, en la fuerza y en la desconfianza, y experimenté luego lo que América significa para otra gente: su esperanza y su idealismo. Por consiguiente, en adelante, al cola– borar en la estructura de la paz bajo el liderazgo suyo, Sr. Presidente, nosotros vamos a laborar no solo por una solución pragmática de esta o aquella dificultad, sino para hacer ver que América no es fiel a sí misma a no ser que pretenda algo que signifique algo «más allá de sí misma» Este «plus ultra» y su cronología se incorporan a las ideas del «New Testamente» de Lincoln en el «Gettysburg Address»; donde insiste en el renacimiento, nuevo nacimiento de la libertad, muerte, sacrificio, «birth images»; y se le considera a Gettysburg un acto «symbolic and sacramen– tal»: muerte y renacimiento: sin sectarismos, aunque sea actitud judeo– cristiana: diríamos «clásica», y, por ello, más civil. Santuarios de esta religión civil Gettysburg, Arlington, Memorial Day, santuarios del espíritu de sacrificio, como nacional culto El calendario civil Fourthe of July, Veterans Day, birthdays of Washington y Lincoln. De manera singular y uniforme esta veneración se enseña y se vive festivamente en las escuelas de toda la nación, en sus deportes y en los hogares. AMBIGUEDADES DE LA RELIG/ON CIVICA Por supuesto, hay críticas a la religión civil, a la religión de «American Way of life» o «American Shinto». Como todas las «religiones», ha sufrido «varias deformaciones y distorsiones diabólicas», más bien humanas. Lincoln representante de esa religión civil, parece que no se adhirió a iglesia particular; pero según Reinhold Neibuhr «sus convicciones religiosas fueron superiores, no solo a las de los políticos de hoy día, sino también a la de los líderes de su época». A esta religión se le carga el hecho de que en el principio del siglo XIX, «ha sido predominantemente activista, moralística y social, más bien que contemplativa, teológica o íntimamente espiritual». Ya Tocqueville la consideraba como «institución política que poderosamente contribuye al mantenimiento de la república democrática en América». Henry Bargy, en 1902, habló de la religión de la iglesia americana como «la poesie du civism», religión democrática y republicana, después que sus antepasados sacudieron la supremacía del Papa. La religión civil americana no fue nunca ni anticlerical ni tuvo laicado militante, no hay conflictos, construyó la solidaridad nacional. No obstante, como actitud desdoblada en dos caras, religiosa y civil, resulta ambigua y propicia a con- 675

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