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necesarios para el ajustamiento del ser americano. Julián Marias, en una de sus intuiciones, que en él se convierten en «Análisis de los Estados Unidos», Madrid, 1968, y por consiguiente en apreciaciones absolutamente racionales, hace constar que desde las primeras semanas de estancia en Norteamérica: tenía clara conciencia de que no podía saber qué eran los Estados Unidos; pero tenía la evidencia de que aquello que estaba viendo y viviendo era insustituible. Ese insustituible e identificante de los Estados Unidos, es su algo así como su Providencia, su Belleza, y su «búsqueda de la felicidad» tales como las cantan en toda ocasión, de culto, de celebración y de enamoramiento las gentes yanquis, doquiera se encuentren por la tierra o por los otros planetas. Hemos recordado cómo Benjamín Franklin añadía expresamente a las verdades de la Religión Civil el vocablo «Providencia». Esa providencia hacia los Estados Unidos, para con su nación ha revestido ante los ojos, la música y la trashumancia interior y exterior, dentro de su nación y fuera de ella, un signo pródigo de abundancia, predilección, excelencia, gozo de vivir, y «manera» de poner en práctica su particular «acoso de la felicidad». En este presupuesto radica su bienestar, casi hay que decir «temporal y eter– no». Cualquier americano piensa juvenilmente, al menos en relación con las actitudes cargadas de filosofía y trascendencia de otras hegemonías, vividas y acaso superiores en cultura, civilización, contracultura o primitivismo: «¿No es acaso la Providencia la que está conectada con la virtud de la nación? Esta es una experiencia que la comprueba cual– quiera sentimiento de los que ennoblecen la naturaleza humana... » En el primer centenario, 1876, de los Estados Unidos, se compuso y cantaba el himno de Greenleaf Writter: Centenial Hymn: 672 ¡Oh Dios de nuestros padres de cuyas manos caen los siglos como granos de arena, hoy nos juntamos todos: unidos, libres y leales a nuestra tierra y a Ti, para agradecer, darte gracias por la era realizada y confiar en Ti esta otra que se abre. Haznos a través de los siglos seguros en la paz, fuertes en la justicia. Que el arte y el amor y la belleza vivan en armonía de nuestra gratitud.

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