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engorde a fuerza de drogas cancerígenas de las espléndidas reses de los yan– quis. Tiempo. Para el americano como para todo el mundo suele ser oro, dinero, bienestar, sosiego, posiblidad de acción, pero para los yanquis es especialmente, por extraño que parezca, ritmo, moderación y nostalgia, según sus pensadores y vivientes. Ellos dicen que es una enfermedad elegante siempre de moda. Según los semánticos ella es o disconformidad del presente, que nos hace volver al pasado mas calmoso y significativo, lleno de valores. Es decir: tiempo es nostalgia en este caso. Muchas enfermedades son físicamente involuntarias, salidas, emanadas del cuerpo; «la nostalgia es un escape involuntario de la mente». Dice Webster: un deseo ardiente de circunstancias familiares y, queridas que son ahora remotas e irrecuperables. Freud sugiere que es «un deseo de volver al vientre», «al útero», o acaso a la nada. Unas máximas americanas sobre la Prisa, como aviso a la entrada de viejos puentes: «Lleve al paso sus caballos» sin prisa, ni galope. Benjamín Franklin decía: «Solo el fraude y el engaño tienen prisa». La mucha prisa lleva al desastre. Según Emerson: Las buenas maneras requieren tiempo. Nada es tan vulgar como la prisa. Use cada minuto. Los antiguos para sus grandes obras «tuvieron todo el tiempo del mun– do». La obsesión actual por la prisa es proverbial, se considera eficiencia. «¿Amas la vida? -preguntaba Benjamín Franklin hace dos siglos-. Entonces no malgastes tiempo, es de lo que se hace la vida». Somos artistas de los negocios rápidos, pero ir despacio es un arte igual de importante. Según la nueva juventud, muy oído en USA: «Take it easy - you'll last longern. Tómalo con calma; durarás más. Independencia. A propósito de este concepto, quizá el más preciado para el yanqui de siempre, se resalta como modelo la Independencia personal del granjero. Un viajero en el Nuevo mundo escribió en 1810: «Cuando usted ve los enormes graneros de Pensilvania, com– prende cómo el granjero americano vive como un barón en una tierra de plenitud y con una independencia asombrosa». Esa era la independencia antigua tan deseada: más aún que la política. De hecho piensan, ningún ser humano ha vivido tal independencia antes o mejor que los americanos sino los indios. Holandeses, alemanes, ingleses y franceses, al llegar a independientes pensaban ya ser americanos. Thoreau se sentía americano cuando decía que prefería sentarse dueño en una 665

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