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situada en la colina: América. Su lema era: Tenemos que separarnos. Somos separatistas de su corrupción. Pero vamos a practicar la parte positiva de la Iglesia Reformada y a propagar el Evangelio en América. Hoy, dos terceras partes de todos los americanos se identifican a sí mismos como genéricamente Protestantes. Católicos. El catolicismo francés, en el Este de Canadá, formó un brazo a modo de tenaza, desde el Norte; y el catolicismo espafiol formaba el otro brazo, basado en el sureste (Florida, Louisiana y en el suroeste y Oeste). En las trece colonias casi no estaban representados los católicos: menos de 25.000 se encontraban en una población de varios millones en 1776. En Maryland desempefiaron un papel decisivo en la conformación de las ins– tituciones públicas. Tras las grandes inmigraciones irlandesa y alemana a mediados del siglo XIX, surgió el catolicismo a la posición del mayor cuer– po singular de las iglesias y cuando las inmigraciones culminaron en la Primera Guerra Mundial, el catolicismo llegó a producir impacto vigoroso y espléndido en el ethos nacional. TIERRA DE PROMJSJON Los judíos hace menos de un siglo eran «segregados», errantes en busca de «Sion». Ahora son vigorosa comunidad -8 a 10 millones-; pero de enorme relevancia. Su sistema de «gheto», ahora ilustre, se mantiene aun, sin cerrarse o separarse, pero convertido en centro móvil. Son menos precisos que los católicos y protestantes: en cuanto a definición de la otra vida, y menos decisivos en cosas tales como las alternativas o elección de in– fierno y paraíso. En todo caso, los organizados e intuitivos judíos han tenido muy clara su mente en cuanto qué ser y qué hacer en el nuevo mundo. No comparten la visión cristiana del milenarismo. Algunos, como Thomas J.J. Altizer, se identifican a sí mismos con Jesús: Quien representa la promesa de un nuevo principio, comienzo y cumplimiento de un cambio radical en la condición trágica y desgarrada del hombre. Pero la respuesta de los rabinos es que nada nuevo ha ocurrido. El mundo continúa en su tristeza. Altizer ha hablado esperanzadamente de la vocación de América a romper con el pasado y orientarse hacia el futuro. No faltan quienes sugieren destino de América «to become Europeanized»: Europeizarse. 650
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