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minar los conflictos. Desde entonces se entró de lleno en el periodo más renovador en el mundo del modo práctico de entender el pasado, presente y futuro de Usa, teniendo en cuenta, valorando, penetrando y rebasando grupos étnicos y raciales. Nunca Estados Unidos ha vivido como ahora, desde la Guerra Civil, su afán liberador de todo lo suyo. Entre los afios 1890 hasta 1930 se aceptaba ya una gran verdad: el colo– nizador anglosajón creó lo que ha sido el mayor y mejor distintivo de este país, y que los inmigrantes de la Europa Occidental de base protestante -y aún católica, ortodoxa y judía- podían asimilar con los Anglosajones del Centro de Estados Unidos. Hubo alguna duda sobre los europeos del Este de Europa, germanos, escandinavos, acerca de si serían igualmente asimilables. Por nuestros afios 40 y 50 se estimaba de hecho la igualdad de todos los grupos ante la ley, al menos en principio, persistiendo las diferen– cias latinas, hispanas y africanas las que desde entonces prosiguen inten– samente, no digamos la acomodación, sino la incorporación cordial y en– tusiasta, sin dejar de ser ellas mismas. La civilización americana se plegaba, cala bien a todos los grupos y era forma de ellos: forma sustancial. Hasta qué punto,este hecho fundamental afectará a las próximas generaciones es perspectiva y tema interesante de los historiadores y pronosticadores. Los problemas y cuestiones vitales que aún permanecen, a pesar de la aceptación evidente del modo americano de vivir y de sus estamentos jurídicos de igualdad, oportunidad y derechos humanos y civiles, son todavía sensibles y estimulantes en su actual desarrollo hacia soluciones efectivas. Los indios americanos, en parte, siguen confinados en reservas. Los negros al glorificar sus raíces, recuerdan sus esclavitudes y sus alter– nativas de integración y segregación; los mejicanos- netos y los americanos - chicanos, así como los emigrantes tolerados o clandestinos del Sur y otras zonas del mundo, en algunos aspectos conquistadas, perciben desasosegados el dominio del imperio yanqui. Prejuicios de raza y cierto desdén planean sobre inmigrantes que se sienten colonizados, y murmuran de la «integración» ilusoria, dando la impresión de que la libertad real no les satisface del todo, ni siquiera en USA. Ahora mismo -más que nunca– cada «yanqui» anda en busca y requerimiento de «libertad», no solo como grupo, sino personalmente, como individuo. La sociedad americana sigue teniendo, sin pausa y con prisa no exentas de armonía, un proceso complejo para incorporar a su desarrollo los nuevos grupos, y en cada uno de ellos experimentar, plantear y resolver las vicisitudes, estilos y los problemas vivos, como reales también en otras sociedades pluriétnicas. Los medios de que ha venido valiéndose o que sen– cillamente concurren en Estados Unidos son: - sociedad americana relativamente abierta, - servicio gubernamental abierto, - movilidad geográfica y social, - amplitud y profundidad cultural y técnica. 645
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