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18 Todo se ha completado. Contempla tu pasaje al Padre como la conclusión y perfección de cuanto Dios ha revelado al hombre. Es la palabra íntegra. Séptima Palabra. Era ya eso de mediodía cuando se oscureció el sol, y toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. La cortina del santuario se rasgó por medio. Jesús gritó muy fuerte: ¡Padre, en tus manos- encomiendo mi espíritu! Y dicho esto, reclinando la cabeza, entregó el espíritu -expiró-. (Juan-y Lucas- 23:44-46) Con poder y actitud filiales, de Hijo, con intensa, divina y filial dejadez entregó su alma, su espíritu. Invocaba y entregaba a la vez: era confesión de fuerza y voluntariedad de paz, de alegría tránsito a la luz. Era su plenitud de Redentor cumple su órbita de Dios-Hombre-Dios, roto el corazón en un rapto de amor. E inclinada la cabeza con reverencia y cortesía al Padre, al mundo y a cada uno de nosotros, inclina la cabeza -no puede hacer otra cosa- no puede buscar una mano querida, como suelen hacer los agonizantes que se van a quedar silenciosos: inclinó la cabeza como buscando un beso. ¡Es el momento en que los mortales nos lanzamos a besar nuestros muertos!
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