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636 Agua, nada más que agua, porque se desangraba, se deshidrataba, se iba en sangre, y fiebre. Se moría. Esa agua que la víspera llevaba el amigo en su cántaro, que le cedió el Cenáculo para preparar la Pascua con sus amigos para el Pan y el Vino de la última Cena, tras lavar los pies de sus apóstoles. «Con deseo he deseado celebrar esta Pascua». Pidamos con la Samaritana esa Agua de Alma, de Dios. El Espíritu nos dirá cómo esa agua vivifica. Simplemente, tuvo sed tanto su cuerpo exhausto y descoyuntado, como su espíritu, que contemplaba el espejismo del agua de este amado planeta donde se había encarnado y sonreído. Sexta Palabra. Había allí un jarro con vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada en el vinagre. Se la acercaron a la boca. Cuando tomó el vinagre, dijo Jesús: Queda terminado. Está cumplido. Todo se ha consumado. (Juan 19:29) Cuando un enfermo grave o moribundo dice: «Dejadme descansar» va a morir. ¿Fue así en Jesús? Llegaba el anhelado descanso el deber cumplido el Destino Providencial Aceptado

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