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Mujer, voluntad del Padre, seno confidencial del Espíritu Santo, hecho sencillo y sin hipérbole, maternizacion de Dios. Mujer de la posresurrección, a solas con hijo, en abrazo y diálogo, asumpta en el Corazón de tu Hijo Jesús Dios. Mujer belleza, virgen-madre. Mujer de «Fiat», de la Creación y Eva. Mujer posible y real de casa desensueño y sueño: ensoñación, encanto, mujer, mujer, mujer. Ya sabemos, cuando subamos a cualquier colina, nos hundimos en el mar o si nuestros cuerpos y almas peligran y se exaltan, madre, oh madre, qué amor, qué lágrimas y qué plegarias nos acompañan. Nuestro consaguineo y vecino Jesús ha cumplido con su madre y con nosotros Jesús, hombre honrado, caballero, gentilhombre. Cuarta Palabra. A media tarde Jesús gritó: Elí, Elí, lamá sabaktaní. Es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mat. 27:46) Hasta ahora Jesús se ha referido al mundo exterior: perdón el destino de sus compañeros de cruz el tema y disposición de su madre y Juan. Se ha venido adentrando, hundiendo en sí mismo, recitando probablemente el salmo 21. Silencio y muerte de Dios. Getsemaní del escritor. El corazón se derrite en mis entrañas. Me aprietas contra el polvo de la muerte. Dios de mi madre, en cuyos brazos y seno 633
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