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vergüenza ante sus raptores; menos brillante aún que la serpiente curadora de Moisés en el desierto, contraste que hace decir a un sacerdote católico americano: Uno recuerda o le trae a la imaginación y mente los cuerpos de los coyotes medio degollados colgando de las vallas, acribillados a balazos por los granjeros de Tejas: triunfo de las carabinas y, a la vez, aviso. Pero la segunda «elevación» de Jesús es su resurrección. Su muerte es glorificación y reunión triunfante con el Padre. La promesa de la Pascua es la fuerza más irresistible de la tierra, donde El ha resucitado, es alegria sobre todas las tragedias y consumismos del hombre, del lujo, de la molicie y el sueño de los mortales y para todos los cuerpos Jesús es el cuerpo resucitado de todos, cuerpo soñado, cuerpo inocente, puro: es la bandera de naciones y refugio carnal-espiritual de la corporeidad humana y cósmica: «resucitará en cuerpo espiritual» en las quintas avenidas de las alamedas y los planetas; faro, estatua de la libertad de toda gente. Su aparente versión dificil, la que de su misma resurrección ha hecho el arte, apenas ha podido poner de manifiesto poco más que el alivio de una pena, sin poder alcanzar la realidad de su divino esplendor y su poder de salud perdurable, de eternal perfecta forma. Ahora es ya hasta como crucifijo la gloria feliz de Dios– Hcmbre en la cruz que millones de cristianos, doquiera y en incidencias humanas indescriptibles, contemplan, adoran y besan. PENULTIMO EVANGELIO: SIETE PALABRAS Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos Hebreo- Latín- Griego; Jerusalén, Roma, Atenas; tres lenguas: el Bien, la Verdad, la Belleza Sión, el Foro, Acrópolis. Ejes del mundo. Se nos acaba de dar el Crucificado, el Crucifijo Eterno. Ya lo tenemos para siempre: como la Navidad, la Eucaristía el Corazón de Dios. Estamos como Maria- Stabat Mater– persistamos junto a Ella (Juan 19:16) 627
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