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3 NUEVA YORK: FANTASIA EN Tardío descubridor de Nueva York -Reviviscencias viajeras -Redención neoyorquina -Atrios y calles -Provincia -Ciudad Radio -Trasfondo humano -Encuentro con Dios TARDJO DESCUBRIDOR DE NUEVA YORK El tardío descubridor de Nueva York divaga así. Al visitar un país, todos llevamos un bagaje de conocimientos, de tópicos y de prejuicios que, luego, al contraste con la realidad, fonfirmamos, rectificamos o eliminamos. Nada de esto me ha sucedido a mí al llegar a Estados Unidos. El fardo de mis noticias previas se ha deshecho como terrón de azúcar en una taza de té bien caliente. Y no porque yo me lo haya propuesto, sino que, como por ley natural, han nacido en mí los Estados Unidos con la in– tegridad y el atractivo de una nueva criatura. He sido un modesto Júpiter de esta Palas Atenea: esta realidad americana que ha brotado en mí con toda la seducción de la diosa de la sabiduría. El fulgor de la vieja lanza sobre el Pireo no tiene mucho que en– vidiar al brillo de la antorcha de la heroína Libertad frente a Manhattan. No me arrepiento de esta comparación con la diosa helénica, ya que, por raro e hiperbólico que parezca a mis amigos europeístas, el descubrimiento mental y sensible de América tengo que compararlo con el descubrimiento de un adolescente al encontrarse, en sus estudios humanísticos, con Grecia. Ningún otro país me ha producido tal impresión de vivir el gozo in– tuitivo de una verdad generosa como Estados Unidos. Otros países se me habrán impuesto a la corta o a la larga, por su sabor cultural, artístico o folclórico. Este es un país que se me impone desde el primer momento por una cualidad sobrecogedora: es un país razonable, es imaginación en pie y equilibrio, razón práctica que abarca y penetra al hombre de fantasía y ac– ción. En torno a esta afirmación se me perdonarán, por parte de los americanos y de los no americanos, las ingenuidades, las simplezas, y los 59

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