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La estación bendita de la firmeza de la fe en las cosas santas, certeza de la vida del Sefior viviente, el fortalecimiento de las cuerdas musicales del amor que nos relaciona con la vida futura, donde nos aguarda el infinito amor de nuestro hogar. No hay pena ni dolor que pueda disipar la luz de su rostro, querido amigo de la Pascua, ahora eso es lo que significa de verdad y sobre todo. (De un poema de May Ricker Conrad) Ante María Madre: María de Betania y María, madre de Jesús, se con– solaban en su desolación. Era aún de noche, en su alcoba, así como en la Anunciación se alegraban su adolescencia, esperanzas e ideas, ahora, tras las escenas de la tarde en el Calvario, y ante el sepulcro, estaba triste y llorosa, embargada en su Pasión aún. De improviso una luz divina en su cuarto, como de algún nuevo arcángel. Y como entonces la luz habló: No temas, Madre: Soy YO. Resurrección. En la mafiana de la resurrección de Cristo, hay ángeles en un sitio extrafio. Lo es el sepulcro para los ángeles. Quizá solo para gusanos. Pero desde que Cristo estuvo allí, yació allí, ese sitio es bendito. Así y con la Ascensión la tumba se ha transfigurado en el espíritu de la humanidad: cuerpo espiritual, reivindicación de la carne. Todos los sepulcros son así: tránsito, espera, provisionalidad, posada. Son los sitios de donde resucitaremos, surgiremos a la vida. PUES DIOS AMO TANTO AL MUNDO Mi Sefior y mi Padre - Sefior y Padre mio– déjame ser total. Soy un ser -un ente- humano, y he pasado por el dolor y la exaltación. He conocido la pobreza, el sufrimiento, y la fuerza de esa palabra humana llamada poesia. A través de todas las cosas circula el conocimiento la sabiduría de mi Padre, aunque nadie es capaz de conocer su designio - su voluntad. Yo estoy aqui ¡Heme aquí! en la soberbia de la luz. 607
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