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de, caliente, exalte mis entrañ.as y mis sueñ.os con el tacto y beso de tu sabiduría más allá de lo que estas humanas palabras sugieren. Tú, Verbo, Divino, seas mi silencio Palabra, exclamación, idea, voz, como lo eres del Padre y del Espíritu, de la fuerza creadora y de la inspiración con alas y fuego. No me importa ni que me liberes, ni que no sea rey de este mundo, este mundo tan solo fenomenal teatro, escaparate, secuencia de aire, papeles y representación tan fugaz como bella. Mi Dios y mi todo. Déjame antes, seguir escuchando por un momento más tus Hosannas, Crucifiges y Aleluyas. Sí Jesús, todo se ha cumplido. Todo está bien. Todo es OK. Evangelio, teología, liturgia, sagrada, liturgia artística y popular, folklore: todo es OK. Atiende, por favor, las recomendaciones de cualquier importante y trascendente Magdalena. Estás en América, en el mundo de hoy, en nuestra cultura, la más al día hoy. -No te preocupes; no pienses en los problemas que puedan in– quietarte. Eres en verdad Dios sensible, Dios humano, Dios entre nosotros. No importa que te sepas redentor. Deja al mundo dar vueltas. Olvídate hasta de nosotros. Relájate. No pienses en nada. Somos buenos psiquiatras. Cálmate. Yo te ungiré cabeza y pies. Cierra los ojos. Duerme. De cualquiera manera, sefior, amigo y hermano nuestro, Jesucristo, velamos tu suefio vivacísimo de Dios. A pesar de Tí mismo, hombres y mu– jeres, con su entusiasmo a su torpeza, con su frivoliad y con sus santidades, te seguiremos aclamando entre orgías y tragedias y su única gloria será echarte de menos y a, cualquier precio urgirte que vengas. La mujer de Pilato, Cornelia, puede seguir soñ.ando sus sueñ.os delicados o turbulentos de ficción. Pilato, con sus verdades y escepticismos, comentará: Me presentaron un galileo. Ser extrañ.o, fino y ceñ.udo a la vez. Mientras, fuera, letrados, magistrados, pontífices, doctrinarios y plebe parecían odiar a aquel hombre. Luego, miles, millones, miles de millones, clamando por el ser, la verdad, el canto, la redención. La buena liberación y la inocencia rodean a este Hombre. Y nosotros los Apóstoles, cuando seamos viejos -dicen sus discípulos- escribiremos los Evangelios. Cuando en el Huerto era El un hombre, Hijo de Dios que buscaba la razón, la sinrazón de morir, la razón de su cáliz y amargura, como hombre dolorido, se perdía triunfalmente en el corazón del Padre; en la clave amorosa y adorable del universo. Sabía que podría empezar siempre de nuevo, como ahora nosotros le experimentamos viviente en cada acontecimiento, consolando y redimiendo, invadiéndose de sí mismo en la Cruz, en la Eucaristía, antes y después del pecado, en la paz, en la verdad, y en el ansia de peregrinar, rendidas hacia El nuestras almas. CRUCIFIXION EN «ESPIRITUAL NEGRO» Suenan los cánticos de los espirituales negros ante el hecho de que el 603
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