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Yo estoy aquí como mujer, y no creo que esto es el fin para El ni para ninguno de nosotros. End - Fin. JESUS REFLEXIONA Alguien seguirá diciendo que es una cosa extraña; y ¡tan extraña! Nadie entiende ni puede dar del todo las dimensiones de mi Encarnación, el haberse hecho mi Persona, el Verbo, Hijo total del Hombre en un solo ser humano, la mujer virginal, María, mi trémula y valiente Madre cobijada en la radiante sombra del Espíritu Santo. Naturalmente es algo extraño, así como aparente pérdida de tiemp y sazón de eternidad, mis coloquios con Samaritanas, Magdalenas, Margaritas, Claras y Teresas. Es tan extraño y propicio a la sofisticación o mistificación como la delicia del acre amor eter– no dándose en las limitaciones de la enciclopedia del amor humano y sublimándose en los raptos de Verónica, Catalina, Agustín, Francisco de Asís o San Juan de la Cruz. E incluso en el candor de la monja de clausura y en la sofisticada exhibición de la estralla hollywoodense, mi presencia es ex– traña como las maravillas. Salvad las cabelleras, salvad los besos, el abrazo, el darse las manos en la paz; salvad el nervioso y duro pensamiento de los teólogos, la timidez de los sacerdotes, sus herocios tanteos de duda, sus vivencias y experiencias eclesiales rasgándose en la ciudad, en los suburbios y en sus soledades sin eco, más que el mio. En verdad, en verdad os digo. Lo sé. El vivir provisional, el vuestro y el mío en vuestra peregrinación, es vestíbulo mañanero de la resurrección im– probable, pero cierta. «Todo lo que tú necesitas es Jesús». El ha elegido y realizado la batalla superior de la humildad y promovido las potencias de entrega, de renuncia, de osadía para triunfar sobre todo con la abnegación y con el asalto. Sigue conociendo, comprendiendo y amando, mientras nosotros teorizamos, computarizamos y celebramos reuniones, que naturalmente no sirven de mucho si El no concurre. Asusta a los que temen los imperios como a los que los imponen. No aprecia demasiado la actitud de los que emplean la sabiduría o la violenica, porque no quieren vivir las bienaventuranzas auténticas, crudas y desnudas de componendas: sin glosas, llorar, pasar hambre y sed, pasar la vida mansamente sin rencor ni ideales turbadores, ser puros de lujuria, puros de corazón y de carne; ser incomprendidos y perseguidos por su justicia y justas causas como el bienestar, la igualdad difícil y relativa y áspera, la libertad, la liberación de uno mismo, las cruces condecorantes y las cruces de madera y espina y las cruces de flores o de metales preciosos. Jesús, El, lleva su cruz, su riqueza inmensa de redención de dolor, su infinito y apasionado consuelo de amor, silencio, de agonía y de paz, en este y en todos los viernes santos. Es Dios inofensivo y entregado. 601

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