BCCCAP00000000000000000000550

APRECIACIONES ESTADISTICAS, SOCIALES Y POLITICAS Trescientos grupos religiosos pugnan por la supremacía en USA. Nueva York (José María Carrascal, corresponsal). «El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente», dice la Primera Enmienda a la Con– stitución de los Estados Unidos, estableciendo de una tacada la aconfe– sionalidad del Estado y la libertad religiosa de sus ciudadanos. Algo que se mantiene hoy a rajatabla, si bien hay que decir que, en el plano social, exis– ten credos que «visten» más que otros: el cristiano más que el islámico, o el luterano más que el católico, pero, no ante la Ley. Hay en este país más de 333.000 grupos religiosos, comprendido dentro de 253 sectas. Los protestantes constituyen el grupo más numeroso, con setenta y dos millones, mientras cuarenta y ocho son católicos. Los judíos ascienden a más de seis millones y casi cuatro pertenecen a la Iglesia Or– todoxa. Luego cuéntense hasta grupos insignificantes de la más esotéricas religiones y sectas. Todas con una característicá común: la exención de im– puestos. Los ateos se estiman en un 3 por 100 de la población. Los practicantes difieren considerablemente de una región a otra. Mientras en las ciudades su número no sube del 20 por 100, cuanto más se adentra uno en el interior del país, mayor es la práctica, hasta llegar al llamado «Biblian Bel!», cinturón de la Biblia, que cruza hacia la mitad los Estados Unidos, donde la práctica es no sólo generalizada, sino también rigurosa. Y no hablemos de las comunidades mormonas, en Utah, regidas de hecho por una norma religiosa tanto o más que la civil. Y es digno de anotarse también el auge que últimamente han tomado los movimientos de revificación religiosa dentro del protestantismo, como los «Cristianos Renacidos», de los que Carter formaba parte, o la «Mayoría Moral», que apoyó a Reagan, y no oculta su intención de fiscalizar la gestión pública e influir en los votantes contra aquellos políticos que no se sujeten a su norma de moralidad. Es un peligro que apunta en lontananza al que los Estados Unidos tendrán que hacer frente con el arma que siempre ha usado en estas ocasiones: la Constitución. Ya empieza a aglutinarse el primer contraata– que. No pudiendo haber en este país, por principio, ninguna «religión estatal», lo que resulta inequívoco es que las religiones han adquirido en los últimos tiempos una militancia que entra a veces en el terreno político. Los judíos siempre la han usado en defensa de Israel, pero hemos visto cómo el islamismo gana terreno como religión en los «ghettos» negros, y a pastores protestantes unirse a la extrema derecha, mientras el catolicismo, antes muy conservador aquí, se hacía más tercermundista, conforme se dejaba influir por Latinoamérica, y los sacerdotes que han ejercido labor misionera allí. Es un cuadro de fuerzas que no conviene olvidar, éste de las religiones adheriéndose a una determinada tendencia política, aunque precisamente en la diversidad de credos reinante en los Estados Unidos está la mejor 589

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz